Aunque de la lejanía el viento parece volver
desde el pasado son las interminables nubes las que me arrebatan del
pensamiento
risas
y su gama tonal
promesas
y su obvio final
es el frío con el que aún nos vamos a
encontrar
cargado una vez más
del cobijo de sus brazos
de la emoción de un sábado
de hacernos a todos pardos
de abrir la ventana, de mirar al espejo, de
revisar la agenda, de abrigarse con el valor de cada paso.
Cansado de arar en las arenas de una soledad
que no ha sido otro lugar sino un común estado de comodidad natural
los espectros
naturales
artificiales
lumínicos al final
sin otra fuente más que esta propia energía
que desconoce el miedo por la simplicidad oculta tras lo desconocido.
Ni tan lejos
donde la recompensa es el hallazgo
ni tan próximo
a lo extraño que ya no es perfil bajo
en esta gran plaza transitamos sin advertir
aun
de los días que corren sin huir como lo
hicimos alguna vez
de las nubes que avanzan sin que les
importarles más
el pasado que de una u otra habremos de dominar.