A su hogar mi tacto
en mis bolsillos el frio metal
y las monedas
Las blancas telas cubriendo siluetas
se deslizan
no hay nadie
no hay nada
Las caricias del viento
en mi cabello
y mi pecho
Los aromas sitos de olvido
vuelven
secos
vacios.
I. No se si me lo dijo la lluvia No se si fue un susurro de una juventud naciente Lo único seguro era que un cambio sería un espiral...