I
Nuestras miradas
En la niebla
años han cortado en dos mitades el frío
su mirada y la mía se despidieron
y nos desviamos
los rieles de su destino la llevaron lo mas lejos que puede llevarla las vias
tragándosela un instante
el monton y la rutina
todo hasta la última milésima en su existencia.
II
Detrás de una sombra
Ahora su figura en las nueves
su mirada en todas
su voz en el interior de mi mente haciendo ecos
su aroma invisible flotando en el aire de la noche
de la tarde
todo el día.
Ahora voy siguiendo su sombra cuando su sombra son todas
sin quererlo el recuerdo me asalta como repartido por un tahúr endemoniado
sin esperanza
sin fantasías
sin guías
no sé que responder cuando hablo sobre mi mapa y lo que dejo en ruta.
III
Fuera de su destino
Sin fe por un romance perfecto
voy tierra adentro
alejándome en un silencio solemne hasta desaparecer como el residente de un cementerio perdido
la verdad abre una grieta separando aquel mundo en el que habita el anhelo y esa locura de buscarle sentido a un mundo que describe líneas aberrantes.
Dos cucharaditas de soledad para el café matutino
en una esquina
en esa misma quietud que nos detuvo en gélido estado
en una intersección
en el centro de los puntos cardinales
estoy dejando caricias secarse al sol y a los días venideros.
IV
La fiesta de los espíritus

recinto de fiestas escarlata
abandonada por el recuerdo
son sus jardines de tierra muerta donde se retuercen finos y secos arbustos
como una necrópolis de sensaciones simplonas nacidas del esplendor de la moda
sus rejas corroídas
me recuerdan el paso de los inviernos por estos distritos
ecos
gritos
risas

veo los bailes de cuerpos sin rostro
y me muevo como aquel día en el que no buscaba nada y encontré mucho
¿Cuándo fue?
¿Qué encontré?
Mis pasos me llevaron hasta aquella alcoba victima de ladrones y alimento de minúsculos insectos que la corroen despacio como lo ha hecho el tiempo con este sentimiento.
V
El reencuentro (esperanza)
Por fin desde el mismo espacio donde hace tanto ella cayó al abrigo de mis brazos
donde hoy no hay más que trapos y botellas antiguas
invoco las palabras que calmaron su caos interior
conocedor del mismo infierno
mientras que con sus frías lágrimas que rodaron como cristales desde sus grandes ojos
me respondieron limpiándole el rostro de las amarguras de una postura impuesta por su propio gobierno.
Por fin en el mismo recinto en el que escuché de sus labios una promesa
pasados ya los inviernos pactados por la paciencia que nunca tuve y la incredulidad que aprendí de mis desdichas
ella llega a mi encuentro
y en su rostro nacía la sonrisa de la melancolía
mas hermosa que lo que mis memorias moldearon
o mis fantasias especularon
más limpia y sana de corazón de lo alguna vez yo lo estuve
o ella creyó estar
aquí se presenta como aparición macabra
como el delirio de un demente callejero
mi alma trata de librarse de este cuerpo carcelero para encontrarse con ella,
como un ciego distinguiendo una luz que se desenfoca
su anillo dorado brilló deteniendo mi cuerpo
con una delicadeza propia de la soledad inclina su cabeza
su mirada me dijo más que cualquier conjunción de palabras
y se fue sin que mi alma volviera a mi cuerpo para detenerla
alguien esperaba afuera.
Desde el mismo puesto de donde nacen las esperanzas
me despedí
en silencio
sin saber si fue mi locura lo que la trajo
o su destino la cruzó conmigo
su promesa fue cancelada y aunque esperábamos una escena detrás del telón
en la fusión de nuestras miradas
se dibujaron nuestras sonrisas en nuestra memoria para siempre.